Al hilo de lo que ^^ (jejje) ha escrito… sobre el alcance real de la labor del profesor y sobre quiénes evalúan a los evaluadores en cierto país -que está to de frente cruzando el charco-, y en el que ocurre lo que sigue; en los noventa nos lo cuenta aproximadamente así Elisabeth Eddy:
Los maestros de las escuelas públicas son funcionarios de grandes sistemas, en estrecha conexión entre su estructura burocrática y la función de enseñanza-aprendizaje. Para comprender las gestiones a la hora de incorporar a los maestros, hay que comenzar por el reconocimiento de la organización burocrática, describir la iniciación formal de los nuevos maestros en sus puestos y comprender mejor sus implicaciones en la actuación de los maestros de barrios marginales. La autonomía de los maestros se considera ilusoria. La línea de autoridad termina en el alumno que está en el aula. Igual que en el resto de burocracias, en el sistema educativo la relación de supervisión es fundamental.
A los maestros se les permiten pocas confianzas y poca autonomía en su trabajo. Se les pide que enuncien ciertas reglas ante los alumnos. Se les provee de informes escritos. Otra limitación es que no controlan ni los medios ni los materiales. El tipo de aula, los libros y otros efectos que se les suministran son concertados por otros. Los supervisores evalúan la actuación de los maestros y los acreditan para futuros puestos o contribuyen a apartarlos de la profesión.
Los nuevos maestros de barrios marginales urbanos suelen tener dificultades porque su preparación formal no incluye conocimientos sobre las necesidades especiales de la pobreza urbana contemporánea. ¿Qué reglas y disposiciones han de cumplir los maestros y han de hacer cumplir a sus alumnos? ¿Cuáles son las habilidades técnicas que han de mostrar? ¿Cuál es la evidencia simbólica que indica que un profesor ha sido completamente aceptado por sus superiores?
Como todas las instituciones las escuelas tienen reglas. Pretenden capacitar a los estudiantes, maestros y administradores, de forma que las actividades educativas de la escuela puedan llevarse a cabo con eficacia. El papel de la escuela como agencia formal por medio de la que el niño es socializado para la participación social adulta, otorga una justificación especial a esas reglas escolares. En general se cree que las anotaciones de mala conducta en la escuela son predictores de un mal comportamiento como adulto en el futuro.
Los administradores tienen la responsabilidad de mantener un orden las relaciones en las escuelas. Como guardianes tienden a hacer hincapié en la función de vigilancia del trabajo del maestro. Profesor y alumno pueden representar amenazas potenciales. El rol de maestro como valedor subordinado de las reglas queda claro en la iniciación formal que recibe para acceder a su trabajo.
Típicamente, la introducción formal de los maestros comienza con una entrevista de orientación que ocupa varios días, antes del curso escolar. Es una ceremonia ritual para la clarificación de la jerarquía administrativa. Los administradores ponen en práctica la función de supervisión instruyendo a los maestros sobre la conducta que es adecuada para su puesto de trabajo. Esta formación incluye órdenes sobre cómo actuar antes los que tienen mayor autoridad que ellos, y también ante los alumnos. Las regulaciones para la vigilancia de los alumnos tienen una importancia particular, especialmente las de salud, seguridad, asistencia y conducta. Los maestros deben ajustarse a ellas con el fin de transmitirlas después a los niños. Esto les capacitará para ser trabajadores satisfactorios.
En la escuela moderna, la instrucción formal del aula viene siendo planteada por personas que se encuentran lejos de la clase real. Los maestros son técnicos educativos que llevan a cabo la presentación de un currículo definido por otros como educativamente válido, para que el niño adquiera las habilidades requeridas por los adultos en nuestra sociedad.
El aprendizaje formal les prepara como especialistas que enseñan asignaturas específicas a los niños de una edad específica.
Rara vez los profesores participan en la definición oficial del currículum o en la elaboración de la secuencia y procedimientos para impartirlo. Se espera de ellos que sigan las líneas directrices provistas por las autoridades. Para ello están las guías, los libros de texto y los planes de lecciones que esquematizan las actividades según su edad. El rol del maestro es poner en marcha las actividades prescritas y supervisar los trabajos.
Es muy importante generar una atmósfera de trabajo en el aula, de manera que los objetivos puedan cumplirse. Administrativamente, la clase ideal es aquella que refleja la situación de enseñanza-aprendizaje. La ordenación física habla de “rincones de aprendizaje” para cada área curricular. Una serie de cosas que es imprescindible tener en el aula, a saber: tablón de anuncios para la exhibición de los materiales y adornos de diversa índole. Además, ciertos elementos relacionados con el control y las rutinas habrán de situarse en lugares visibles, ciertos tipos de decoración que son exigidos y especificados por las publicaciones oficiales de la junta de educación.
La decoración del aula refleja el aprovechamiento de la clase, y a lo largo del año se transforma para reflejar los nuevos temas y las nuevas habilidades. Con frecuencia se instruye a los maestros para que sus tablones estén actualizados.
El plan de trabajo de la clase. Se exige a los maestros que planifiquen y asignen el trabajo del aula conforme a los requerimientos generales especificados por los supervisores superiores. Para garantizar su cumplimiento se les piden planes de sus lecciones por adelantado. Así, el maestro es un técnico que pone en práctica las políticas de la burocracia educativa. Su rol es supervisar el trabajo de los niños de manera que se encuentre coordinado con el diseño educativo, que da prioridad a la división del currículum en unidades temporales.
El modelo asigna un tiempo determinado a cada asignatura a lo largo de la semana. También tareas que han de ser cumplidas en un tiempo dado, y el profesor supervisa su trabajo intentando que los alumnos no se salgan del programa. A los que cumplen con una cantidad de tareas que supera la media, se los envía a clases de “enriquecimiento”, donde se les asignan tareas extraordinarias. A los que habitualmente se muestran incapaces para cumplir con la media se los sitúa en clases para niños “lentos” y se les asigna menos tarea. Las ceremonias que tienen por objeto rutinizar al niño constituyen el preludio de las ceremonias orientadas a la enseñanza formal. A través de los rituales de preparación de los libros de planificación y decoración de sus aulas con arreglo a las expectativas de sus supervisores, los profesores ponen en práctica su papel como subordinados en la escuela. Al tiempo que reafirman la posición subordinada del alumno, que ha de responder a los estímulos que le proporcionan los otros realizando las tareas a la manera en que le son requeridas.
Las relaciones formales entre maestros y alumnos han de expresar el rol subordinado de estos últimos. Los recursos físicos, el mobiliario y las herramientas educativas han de dar una imagen visual del trabajo del aula conforme éste progresa.
Por observaciones formales e informales, los administradores intentan evaluar sus puntos fuertes y débiles. Intervienen a menudo en los acontecimientos del aula. La conducta social formal que se exige a los alumnos y profesores, las decoraciones del aula y las actividades de trabajo, y los libros de planificación son sólo tres signos visibles de supervisión del éxito.
No es sorprendente que los supervisores observen con regularidad a los maestros para evaluar su capacidad de control sobre el comportamiento. La presión continua es evidente. El indicador de éxito más importante es el control de la clase, tener una clase cuyos alumnos sigan pautas ritualistas y elaboradas que expresen su posición subordinada. Tipos formalizados de posturas y movimientos, respuestas verbales y trabajos escritos. No se concede importancia a la habilidad para controlar el contenido de las materias y para producir reacciones entusiastas por parte de los alumnos.
Un segundo indicador es el aspecto que ofrece el aula. Los administradores inspeccionan periódicamente las clases, tiene que haber un cambio en los tablones de anuncios. La decoración y preparación del aula en la presentación de una imagen favorable no es asunto exclusivo de las relaciones entre maestro y supervisor. También implica las relaciones públicas, cuando se invita a los padres a visitar el centro para la “semana de la escuela abierta”. La exposición busca presentar un retrato simbólico del aula ideal, en la que:
- los niños trabajan en todas las áreas del currículum apropiadas para su nivel y aprenden continuamente nuevas habilidades y conceptos
- se sigue el comportamiento ordenado que se mueve en los diagramas que contienen las reglas de la escuela, y a ella acuden los niños arreglados, después de desayunados según las prescripciones del tablón sanitario
- no se contempla un aula aislada del mundo, sino al tanto de los acontecimientos, celebración de las fiestas nacionales y jura a diario fidelidad en la nación
- se reconoce a los individuos y en la que se recompensan sus contribuciones
El tercer signo importante es el libro de planificación, que debe ser remitido con regularidad a los administradores para su aprobación. Sólo ocasionalmente los supervisores responden con sugerencias específicas u ofrecen ayuda. Los profesores que empiezan, aprenden rápidamente a escribir libros de planificación satisfactorios. Las discrepancias entre las lecciones del libro y las del aula pueden ser difuminadas, pero el libro permanece como signo de que el currículum está siendo impartido.
El grado en que los profesores que empiezan son aceptados varía. La mayor parte de la observación se centra en la destreza para controlar la conducta social de los alumnos, para el arte de la decoración y para escribir un libro de planificación que se adecúe a los patrones. Pero de él se espera algo más. También será evaluado por su habilidad técnica para la enseñanza formal, por medio de la observación formal oficialmente dirigida. Ésta, que suele correr a cargo de los directores, consiste en una evaluación por escrito, y puede producirse en cualquier momento y no se avisa. Es tan importante que a veces los maestros se preparan especialmente para ella, llegando al punto de amenazar a sus alumnos con represalias si no se comportan del mejor modo posible.
Entre las acciones simbólicas están: el elogio por parte del director a la clase o al profesor, el seleccionarlos para la observación del superintendente del distrito, la utilización del trabajo de la clase como modelo para los demás, el encomio formal del maestro en la entrevista de supervisión, y la utilización del profesor como un modelo que ha de ser observado.
Otros experimentan un rechazo administrativo, que también se expresa por medio de acciones simbólicas como la recriminación pública del maestro delante de los alumnos, la censura de las actividades y el desaliento de la autonomía del profesor. Estas intervenciones pueden producir sentimientos de depresión, frustración, falta de confianza en su competencia profesional.
Mola eh? Si Aldous Huxley levantara la cabeza…
marta guirado