miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mamá, no quiero ir al máster.

Hola a todos desde la Biblioteca Pública de Pontevedra. Hoy es viernes y son las 11 de la mañana. A diferencia de otros días hoy hay menos gente de lo habitual a estas horas. Parece que esta especie de arduos estudiantes y devoradores de libros también salen de fiesta los jueves. Me llama la atención un chico que tiene tapones en los oídos y lee con el ceño fruncido el Libro Gordo de Petete o algo que se le parece. También hay una chica con un moño recogido por un lápiz. Si lo que intentaba era sorprenderme, no lo ha conseguido; ya había visto ese look. Hay un chico subrayando apuntes con un rotulador rosa fluorescente y dos personas más al fondo. Parece que todos se lo están pasando pipa. Mientras tanto, yo miro el correo, busco información en internet y escribo un articulo para este blog. Esto también es una cosa seria, estoy haciendo un máster, ¿vale?
Un máster, que se dice pronto. Pero pienso en todo lo que tuve que hacer para llegar aquí y ¡Dios mío! Hace meses descubrí que existen otro tipo de másteres muy diferentes a los que conocía y que cambiaron el concepto de máster que tenía. Para hacerlos también hay que pagar un pastizal de matrícula y hasta ahí, no hay mucha diferencia con el que estoy haciendo. Pero en éstos, aparte de eso, no te piden muchos requisitos más para entrar. Bueno, sí. Uno fundamental y que no lo cumple cualquiera: tener menos de cuatro años. ¡Y yo sin saberlo! A estas alturas ya podría poseer en mi expediente académico un máster; o dos. No estoy tan seguro.

Estos másteres llegaron hace poco a España por parte de doce franquicias internacionales que ofertan métodos de estimulación  temprana a bebés y niños de entre unos meses hasta los cuatro años. Los hay de todo tipo. Aparte, y por si fuera poco, también hay una larga serie de actividades extra como por ejemplo: clases de cocina. Que si me las dieran a mí, lo entendería, pero a alguien que aún está tomando potitos...
Algunos de los más revolucionarios son los siguientes:
- Programa Smart hands. Para que el bebé, desde los 6 meses o antes, emplee un lenguaje de signos y se comunique con sus padres en la etapa preverbal.
- La Escuela Kumon. Ayuda a los niños, desde los 2 años, en matemáticas.
- El Sistema Helen Doron. Prepara a los niños a aprender inglés como si fuera su lengua materna, desde los 3 meses.
- El Método Shinichi Suzuki. Enseña a los niños, desde los 2 años, a tocar el violín.
¿Por qué queremos super-bebés en España? Entre otras cosas, creo que es por la presión que el Sistema Educativo ejerce sobre los padres diciendo, por ejemplo, que los niños deben saber leer y escribir antes de primaria. Pero ya vemos el resultado que estamos obteniendo: cuatro de cada diez alumnos repiten Secundaria. También, por el miedo al fracaso escolar (por parte de los padres) y que sumada a la situación de crisis actual hace que piensen que una estimulación temprana conseguirá combatir en sus hijos sus propias carencias formativas; lo que supuestamente les proporcionaría un futuro seguro. Así que en época de vacas flacas, estos padres se gastarán en sus hijos todavía más del 60% del gasto familiar, que es lo “normal” en este país.
¿Son estos másteres una ventaja o una desventaja? Económicamente, todos conocemos la respuesta. Personalmente, un niño hiperestimulado será más impaciente y tendrá más problemas de concentración. Es lo que pasa por tener el nivel de frustración más bajo. Además, si sabe mucho más en el cole que el resto de sus compañeros, el niño será más propenso al aburrimiento e incluso podría llegar a ser soberbio.  ¡Con cuatro años!
Pero también conocemos los resultados de una educación que no cambió… en mucho tiempo.  Quizás el problema no esté en cuándo se produce la estimulación, sino en cómo se produce. Por ejemplo, en España se enseña a leer a los niños empleando el método silábico (“mi mamá me mima”) y a una edad muy temprana.  Sin embargo, en otros países emplean otros métodos, como por ejemplo: enseñando una cartulina con un nombre escrito y pronunciándolo a la vez en voz alta. Así, el niño  puede aprende a leer  sin ser consciente (al igual que sucede en el habla). Y un dato que llama más la atención es que: en estos países, los niños no van al colegio hasta los siete años y acaban obteniendo los mejores resultados en los informes académicos a nivel mundial.  

No se deben saltar pasos en la educación y cada cosa debe ser realizada a su tiempo. Así que llegados a estos dos puntos: supongo que el señor "Guardián de los Signos" entenderá que, a mi edad y a estas horas, esté deseando apagar el portátil, no ir al máster y sí, a tomar algo con los amigos. 

DÁ daPobra

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