jueves, 18 de noviembre de 2010

SER PROFESOR HOY

MIGUEL A. SANTOS
Según una reciente encuesta británica, uno de cada dos profesores desean’ dejar la profesión a la menor oportunidad. Algo parecido parece ocurrir en otros países, entre ellos el nuestro. ¿QuéŽ estᇠpasando? Merece la pena dedicarse a esta tarea hoy?
Hay motivos para el pesimismo, ya lo sé; la formación pedagógica es corta y deficiente, se valora poco en la sociedad el quehacer docente, el contexto organizativo deja mucho que desear, existen competidores sociales potentes (los medios de comunicación, el mundo informático, las experiencias vitales ... ), la autoridad tradicional se resquebraja, algunos chicos y chicas se resisten a estudiar y se muestran insolentes, el trabajo intelectual no tiene las recompensas laborales que propiciaba hace años...

Sobre el desaliento del profesorado, en primer lugar, quiero decir que las malas condiciones no son una condena insalvable. He visto trabajar a profesores en otras latitudes del mundo. Algunos en condiciones muchísimo peores que las nuestras. Peor formación, sueldos miserables, medios muy inferiores... Y los he visto trabajar con entusiasmo, con ilusión, con esperanza. No quiere esto decir que no haya que luchar por unas condiciones mejores, por un ejercicio profesional digno. Solamente digo que con inmejorables condiciones puede haber
pesimismo y amargura.

Deseo plantear algunas razones por las que merece la pena ser profesor hoy:
Porque es una tarea imprescindible: enunciamos problemas sangrantes de todo tipo. Buscamos soluciones en mil sitios. Y olvidamos frecuentemente la educación como medio supremo. 
Hacen falta, pues, profesionales capaces de ayudar a las personas a crecer, de
enseñarles a convivir, de abrirles el camino del bien y de la verdad. Porque es una tarea difícil (y arriesgada):consiste en trabajar con "materiales" complejísimos (concepciones, conocimientos, sentimientos, emociones, valores, ideas, creencias, expectativas ... ). 

Es difícil también porque cada persona es un mundo diferente. Y porque hoy aparecen en la cultura invitaciones potentes a recorrer caminos equivocados. La dificultad se puede vivir como castigo o como reto.
Porque es una tarea enriquecedora para quien la recibe y para quien la realiza. No hablo de dinero (aunque no se debe olvidar esta faceta). Si se pretendiese incentivar la profesión docentes con dinero, no acudirían a ella los más avaros en lugar de los más generosos? Trabajar con seres humanos encierra una posibilidad enorme de desarrollo personal y social.

Porque es una tarea gratificante: se insiste en los problemas de la profesión, en sus facetas amargas. Se habla menos de sus dimensiones gratificantes, de sus estímulos, incomparables a los que brinda cualquier otra profesión. 
¿Que hay semejante a ese alumbramiento en el saber, en la honestidad y en la convivencia que la tarea de educar? 
¿Qué hay comparable al hecho de ayudar a que las personas sean m‡s inteligentes, más bondadosas, más felices? 
Porque es una tarea histórica: los profesores constituyen eslabones
silenciosos en la cadena que conduce a la humanidad hacia el progreso y la mejora.
¿Qué hubiera sido del mundo y de la historia sin los maestros? Quienes tienen
conocimiento tratan de utilizarlo en su beneficio (y de esconderlo a los competidores). Sin embargo, los profesores forman un grupo humano que tiene por oficio compartir todo lo que saben.

Comparto el hilo argumental de Manuel Rivas en un artículo titulado "Amor y odio en las aulas" :"La escuela se ha vuelto más conflictiva porque cada vez alberga más tiempo de vida, más complejidad. Es el espacio de la familia y de la relación comunitaria lo que se ha achicado”
Decía hace unos meses el filósofo Emilio Lled. "Enseñar es una forma de ganarse la vida pero, sobre todo, es una forma de ganar la vida de los otros" "Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un
deseo grande de aprender", dice Arturo Graf.

Esta es una tarea que, arrastrada como un castigo, resulta insoportable y que, vivida con entusiasmo, resulta apasionante. Para vivirla con entusiasmo hay que tener sobre ella un conocimiento especializado. Hay que amarla. Los alumnos tienen un radar que les permite saber que profesores se preocupan de verdad por ellos. El título de un reciente libro noruego dice que los alumnos aprenden de aquellos profesores a los que aman.

Artículo publicado al Diario de Sabadell, 1 de Agost0 de 2000

A pesar de que ya tiene 10 años este articulo creo que se podrian aprovechar muchas de las cosas que nos indica para ser profesor. Animo.

Pablo del Corral

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