jueves, 18 de noviembre de 2010

El viaje de Chihiro (hacia la madurez)

No en vano el título original de "El viaje de Chihiro" es "Sen to Chihiro no kamikakushi", cuya traducción podría ser (comprendase que no existe una traducción certera para un término tan complejo como "Kamikakushi", "escondido por/a los Dioses") algo así como: "La transmutación espiritual de Sen a Chihiro".

Aquí os planteo una óptica interesante a través de la cual ver la película. Aquellos qu no la hayais visto, quedad avisados de que a continuación se revelarán datos de la trama de la misma, incluso el final (SPOILER ALERT!!). Por otro lado, es un peliculón, divertida, profunda y emocionante. No dejeis de verla si teneis la oportunidad. Y recordad: ¡el doblaje pervierte! :p

La película comienza mostrándonos a Chihiro, su protagonista (una niña de 10 años)  en una situación de traumático desarraigo: por cuestiones laborales su familia ha tenido que mudarse, obviamente sin contar con la aprobación de ella. Así, se lamenta de que "el primer ramo de su vida ha sido un ramo de despedida".
Chihiro nos es presentada como una niña algo mimada, protestona, aunque en mi opinión tampoco son rasgos mu acusados de su personalidad, de la cual se nos sugiere (claramente, creo yo) que los responsables directos son sus padres: ahí está esa grotesca escena cuando encuentran el puesto de comida, y su comportamiento altanero y desconsiderado, ante el cual Chihiro tiene una reacción más madura que ellos, aunque su manera de expresarlo no sea la más adecuada.

La cuestión es que toda la película puede considerarse como una gran metáfora de la situación que Chihiro va a vivir. Si se piensa detenidamente, nuestra heroina es arrojada a un mundo desconocido, lleno de seres extraños, incluso desagradables, cuyos comportamientos ella no acaba de comprender. Inlcuso aquellos que parecen amigos (Haku) a veces hacen cosas que la desconciertan e hieren, no tanto por ser comportamientos caprichosos, si no porque ella desconoce las razones que los mueven.
Si uno se fija, dicho así podríamos estar hablando tanto de la película de corte fantástico que es "L viaje de Chihiro" como de un retrato costumbrista sobre el trauma de una niña al cambiar de ciudad (si alguién desea vr una película en esta linea, os recomiendo encarecidamente "Yuki y Nina", de Nobuhiro Suwa, director japonés afincado en París).

Al pasar a formar parte de la casa de baños, Yubaba, la bruja dueña del lugar, roba el nombre a Chiriro, cuyo nuevo nombre es Sen.
Más allá de las claras alusiones metafísicas y folklóricas de la situación, este hecho ayuda a evidenciar uno de los primeros efectos del paso a un entorno desconocido, en el cual debes integrarte entre gente que no conoces: se produce una despersonalización. Chihiro ya no es la que era. Su nombre, largo y melodioso, que nos recuerda al trino de un pájaro, cambia a uno de sonoridad seca, un tanto agresiva, y ella queda completamente dsubicada: ya no sabe quién es. 
Aquí inicia un viaje de autodescubrimiento en el cual (como tantas veces nos sucede, en tantas situaciones) ella deberá recordar quien es, recuperar su identidad, aquello que por naturaleza y destino le pertenee sólo a ella, y al mismo tiempo deberá sacar a relucir nuevas facetas hasta entonces desconocidas: en otras palabras, un proceso de desequilibrio en el que to entra en duda, y del cual saldrá fortalecida (o caerá en el intento... pero eso pasa pocas veces. La capacidad de adaptación y el instinto de supervivencia son facetas abrumadoras del ser humano...)

A partir de ese momento, Sen/Chihiro irá enfrentándose a diferentes "retos", situaciones que la pondrán a prueba y la irán haciendo madurar poco a poco.
Para mi gusto son especialmente reveladores los primeros compases de la aventura, cuando se encuentra con Kabaji (el hombre que se encarga de hacer las sales de baño y de mantener en funcionamiento las calderas) o con Lin (la que luego ejercerá de "cicerone" en su paso por la casa de baños). Aquí, en ambos casos se recala en la idea de que la vida nos proporciona muchos maestros: "¡Termina lo que has empezado!" le dice él. "¿No abes dar las gracias o decir: "Si, señora"?" le dice ella.Pequeñas enseñanzas que nadie le habái dado a Chihiro hasta ese momento, y que poco a poco la van introduciendo a las normas de comportamiento y convivencia social.

¿Y quién no se ha encontrado alguna vez completamente desorientado al entrar a un nuevo trabajo, donde todo el mundo sabe exactamente lo que tiene que hacer y se desenvuelven con una precisión casi quirúrjica, mientras a ti nadie te explica nada en tus primeros compases, torpes y lentos? ESta situación también está maravillosamente reflejada en la película.

Poco a poco, Sen/Chihiro va aprendiendo a lidiar con los demás. A través de situaciones que ponen de manifiesto algunas de las peores facetas del ser humano (la codicia y el miedo, por ejemplo, durante la aparición del sin nombre) en ella, siempre guiada por un alma que la lleva hacia el "buen camino" (no olvidemos que Miyazaki, autor de la obra, es un hombre convencido de la ternura humana, de que el hombre es bueno por naturaleza), va desarrollando una mral que poco a poco la hace madurar, la coloca en una cierta posición de superioridad con respecto a los demás: la convierte en una lider, que mantiene la integridad y la calma donde los demás se dejan guiar por sus bajos instintos o el pánico.

Y lo que es más importante: Sen/Chihiro aprende a alzar la voz, a hablar con claridad. Tanto a nivel material como a nivel simbólico esto me parece importantísimo, pues se postula como una clara señal de una personalidad cuyo desarrollo entra en un estadio avanzado, cada vez más segura de sí misma, que se ha auto examinado y comparado con el entorno que la rodea y a través de este proceso ha alcanzado un nuevo estatus más nítido y definido. Es encomiable el trabajo en este sentido de la actriz que pone voz a Chihiro: sin necesidad de grandes aspaviento pone toda la carne en el asador. Os invito a ver las primeras escenas de la película y acto seguido las últimas: la voz,  volumen... son la misma, pero ya no titubea, y el antiguo tono tembloroso es gradualmente substituido por uno claro y melodioso, mucho más armónico incluso -recuerdese que la belleza siempre es interpretada por el corazón como síntoma de virtud-.

Hacia el final de la película, Sen/Chihiro se ve enfrentada a una "prueba de fuego". Hasta ese momento nuestra protagonista ha permanecido en un entorno cerrado, estable dentro de unos límites, en el cual las crisis que se dan nunca ofrecen la sensación de que puedan llegar más allá de cierta linea, ya que todo está bajo la atenta supervisión de Yubaba, ese podr mayor que controla el entorno.
Pero sucede entonces que el mundo de Chihiro se amplía: los lindes que lo delimitaban se abren y ella se ve a solas ante un entorno que no ofrece reglas aparentes, ni explicaciones. Es ahí cuando asistimos a una de las mejores secuencias de la película, ese viaje en el tren de sombras a través de los páramos inundados, imágenes que sin duda hacen resonar en la memoria nipona ecos de la post-guerra (1945 no fue hace tanto, y hay heridas que jamás cicatrizan del todo) pero que creo que, especialmente aquí, en Galicia, nos deberían resultar bastante familiares. Personalmente, desde la prira vez que vi la película, no pude evitar pensar en las imágenes de los inmigrantes gallegos, de esas familias rotas, de los niños llorando en el andén o en elpuerto, y los padrss que los toman en brazos para besarlos una última vez, quién sabe hasta cuando...
Esta secuencia está marcada por una profunda melancolía, una tristeza muda que empaña los cristales del propio tren. Sen/Chihiro permanece sentada, quieta, sin hablar, con una expresión solemne en el rostro y la mirada fija: es evidente que está haciendo tripas corazón ante el caudal de abrumadoras sensaciones que la innundan.
Pero consigue salir al paso y mantenerse firme para descubrir una nueva verdad: que las cosas no son siempre como te las cuentan (casi nunca, en realidad) y esa aterradora bruja del pantano es en realidad una encantadora anciana, la abuela ideal, que proporciona una facilísima resuolución a un conflicto que no es tal (he aquí otra valiosa lección en la alhaja de Chihiro: normalmente un diálogo tranquilo y una actitud serena propician una fácil resolución del conflicto).

A su regreso, Chihiro se ve enfrentada a una última prueba, que según la dramaturgia tradicional debería haber sido algo así como el "final showdown" contra Yubaba. Pero en realidad no es tal: no es más que una burda triquiñuela, un engaño fácil.
Así Chihiro recupera su nombre, su identidad (y a sus progenitores, de paso), y regresa a su vida, a su mundo, como un ser humano entero, con nuevos valores que nuevamente volverán a ser cuestionados, posiblemente en momentos mucho más turbulentos (Chihiro aun no ha pasado la adolescencia...) y a sabiendas de que es un proceso que se perpeuará durante toda su vida, pues al fin y al cabo, de eso trata el convivir con otros seres vivos.

Y mientras se alejan y dejan atrás ese mundo, ella se vuelve con una mirada melancólica, la mirada de aquel que sabe que un ciclo de su vida se ha cerrado y se dispone a continuar avanzando, a buscar el cambio, motor de nuestra existencia.
Y quedan esa mirada, vaga notas de piano en el aire, y el sonido del viento.

José Garnelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario