jueves, 11 de noviembre de 2010

COMPROMISO Y EDUCACION

 Hola a tod@s: La preocupación por el "hacer bien las cosas" o "ser un buén profesional" no es nueva. la cuestión es ¿Hacer o ser? que, aunque parecido no es lo mismo. Los procedimientos son importatísimos, pero no olvidemos que lo que realmente nos hace humanos no es la capacidad de hacer las cosas, sino aquella que nos permite reflexionar sobre ellas: Valor, cualidades, intereses, equidad, significado.........

Querer ser...., ese es el compromiso más allá de nuestra competencia técnica. Compartir, entregar, corresponder, comprometerse.    esos son los inevitables verbos para aquellos que quieran llamarse profesores, no otros. La vida es búsqueday compromiso sin uno no encontramos la posibilidad del otro y sin el otro.....mejor dejar de  buscar nada.

No es facil tarea pero, reconoceis el impacto que los maestros pueden llegar a tener en sus alumnos? 

Os dejo un texto de Gregorio Luri (buscad quien es) para la reflexión

" En los años veinte del siglo pasado había un maestro en Argel. Era uno de esos maestros de la escuela republicana francesa que entendían su labor como una misión: debían acompañar a los alumnos en su tránsito hacia la ciudadanía de la República. Tenía una clase de más de treinta. Entre ellos se encontraba un niño huérfano de padre, que vivía con una madre analfabeta, un hermano un poco mayor y una abuela cascarrabias empeñada en que los niños se pusieran a trabajar cuanto antes. ¿Es que podían aprender algo útil huroneando entre los libros? Por si acaso, en casa no había ni uno.

Aquel niño era tan pobre que vivía su pasión por el fútbol desde la ingrata posición de portero, que es el puesto en el que menos se desgastan los zapatos. Su madre lo había educado para que, sin perder la conciencia de la pobreza en la que vivían, no se rindieran a la condición de pobres.
Era, aparentemente, otro niño travieso al que le gustaba liberar los animales de la perrera y tenía los puños preparados por si había que enfrentarse a un matón de patio.

Su lengua no era exactamente el francés, sino el “pataouète”, el dialecto que se hablaba en Argelia. Pero su maestro era un maestro. ¿Y qué es un maestro sino el celoso amante de lo mejor que podemos llegar a ser? Lo ayudó a dejar de ser extranjero en su propia lengua, le consiguió una beca y lo guió por la fascinación de la palabra bien dicha. En clase, al terminar las lecciones de día, el niño escuchaba con la imaginación encendida a su maestro leer el capítulo de una novela, cada día uno. Y así se despedían todos hasta el día siguiente.

El día en que el niño se presentó al examen para el acceso a la secundaria, se limpió los zapatos de portero hasta dejarlos relucientes. En la puerta del liceo lo esperaba su maestro, con un croissant en la mano, por si no había desayudado lo suficiente.

Este maestro se llamaba Louis Germain. Treinta años después, a finales de noviembre de 1957, recibió una carta fechada en París. Era de su alumno, que había obtenido el Premio Nobel de literatura. La leyó emocionado:

Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiera sucedido nada de todo esto”.
Firmaba la carta…………………….. Albert Camus.

Posteriormente Camus hizo una descripción deliciosa de Louis Germain en “El primer hombre”, la novela inconclusa que llevaba en el coche en el que murió, recordando que fue él quien “por primera vez lo hizo sentirse digno de descubrir el mundo“. No conozco un elogio superior para un maestro."

jUANJO

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