viernes, 19 de noviembre de 2010

Uniforme

La palabra uniforme viene del latín, uniformis, de la suma de unus (uno, único) y forma (forma).
Uniforme.
1. Dícese de dos o más cosas que tienen la misma forma.
2. Igual, conforme, semejante.
3. Traje peculiar y distintivo que por establecimiento o concesión usan los militares y otros empleados o los individuos que pertenecen a un mismo cuerpo o colegio.

Hace miles de años que existen los uniformes –como prenda de vestir-. Antes de la época del Imperio Romano, ejércitos y personajes relacionados con el ámbito religioso ya los usaban. En la era moderna, los uniformes también son utilizados por las fuerzas armadas, y por organizaciones paramilitares como la policía. También son usuales en servicios de emergencia, guardias de seguridad, lugares de trabajo y escuelas, y entre los internos de una cárcel. En algunos países incluso otros empleados usan uniformes de su especialidad; como por ejemplo el servicio público de salud de los Estados Unidos o los prefectos franceses.


Hoy en día existe una amplia gama y variedad de uniformes: religiosos, militares y de fuerzas de seguridad, deportivos, para trabajos específicos, para la escuela, etcétera.

Para entender el empleo del uniforme en el ámbito escolar debemos remontarnos al año de la pera, cuando se empezaron a usar en colegios regentados por órdenes religiosas católicas. Sus responsables decidieron establecer una única indumentaria para los alumnos con el fin de fomentar la humildad de los niños y no hacer distinciones entre ellos por la variedad y calidad de sus ropas, distintivas de la capacidad económica de las familias. La idea perseguía también hacer más asequible la indumentaria de los escolares, al tratarse de prendas que combinaban la duración con la facilidad y economía de su mantenimiento

En la actualidad, además de en Gran Bretaña, la India y Corea –donde el uso del uniforme es obligatorio hasta los 16 años, más o menos- el uniforme escolar está implantado, por lo general, en centros privados hasta niveles de enseñanza obligatoria.

Personalmente, entiendo que para desempeñar determinados trabajos sea necesario llevar un ropaje específico y de un material determinado que, por ejemplo, proteja el cuerpo del que lo lleva. Conozco gente que lo ha llevado y gente que –como yo- no. Puedo evaluar las ventajas que un uniforme puede tener en un lugar donde las diferencias económico-sociales sean grandes, que su empleo puede dar unidad al grupo… Cosas sacadas del año de la pera y de instituciones religiosas católicas, pero que pueden ser beneficiosas para la sociedad actual. Mas por la contra, considero que su uso es muy alienante. No sé si son más las ventajas o las desventajas que proporcionan al que lo lleva, pero me gustaría saber vuestras opiniones ya que, como dije, yo no lo usé –y quizás estoy en contra de él por eso-; pero es que sólo pensar en tener que ponerme una bata para pintar… y ya me toca la moral.

Sé que hay otros países donde en lugar de emplear el uniforme, los chicos y chicas que van a un determinado colegio deben llevar la ropa de un determinado color o gama de colores y los que van a otro, de otros diferentes. Con ello, cada uno puede seguir manteniendo su estilo… aunque sólo en una gama de colores –una p*tada para un gótico si en su colegio hay que llevar ropa amarilla-. Para mí, el uniforme es renunciar a un estilo, a una identidad, a una personalidad… a ser quien uno es.


Sólo es una reflexión y un pensamiento surgido de otros temas de los que hablamos estos días y de un comentario que me hicieron “tú como vas vestido no podrías dar clase en un instituto del Reino Unido”. Pues vaya.


DÁ daPobra

3 comentarios:

  1. Yo llevé uniforme hasta los 14 años y estaba harta, pero luego lo eché de menos. El no pensar que te tienes que poner por las mañanas (por no hablar del dinero que te ahorras en ropa) y lo de las distinciones sociales es verdad, aunque siempre hay maneras de distinguirse si se quiere incluso con uniforme, por ejemplo en el peinado, no te dicen nada, al menos en el caso de las chicas, quizás con los chicos fueran mas duros. El gótico siempre puede ser gótico fuera del colegio,la personalidad no creo que se unifique, yo llevé uniforme y siempre fui yo, de hecho mis ideas no van de la mano de las del colegio en el que estudié.

    :) Alba.

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  2. que recueerdos... yo también odiaba el uniforme. con la falda tenía frío en invierno, pero... he de decir que el chandal del colegio... se rompía muy facilmente, con lo cual, para nosotros era fantástico, porque le podías poner parches, que de aquella ya los había de todos los colores, dibujos y tonterías que te pudieras imaginar, es decir, PODÍAS ELEGIR EL PARCHE DE TU CHANDAL! y te parecía estupendo aquel acto de democracia... yo estoy con Alba, años más tarde me di cuenta de lo práctico que era, y es verdad lo que dice ella, no te puedes ni imaginar lo que nos diferenciábamos unos de otro, yo recuerdo que las gomas y las pinzas del pelo, que tenían sus muñecos y historias... hablo totalmente en serio aunque parezca que no...

    Un saludo,

    María

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  3. Muchas gracias por vuestra participación y por vuestros comentarios. Nunca había podido llegar a imaginar que con unas simples gomas del pelo uno se podría "diferenciar" tanto del resto. Lo de los parches... ¡buenísimo!

    El debate del uniforme “sí o no” para los alumnos es algo que está ahí desde hace bastante tiempo, mas con la última frase que dejaba caer en el artículo y que dejé un poco en el aire quería decir que: así como para los alumnos hay uniformes –en algunos sitios, recalco-, para los profesores también existen unas normas de vestimenta –cosa que me parecía más o menos normal si uno trabaja en un colegio o instituto privado, pero no si trabaja en uno público y detalle que descubrí recientemente-.

    Sé que dependiendo de cómo vayamos vestidos podemos dar un aspecto más o menos institucional, más o menos rígido ante cualquiera como ante los alumnos, etcétera, etcétera, pero considero que eso no tiene nada que ver con la capacidad de uno para/con el trabajo y su profesionalidad. ¿No enseña igual un maestro que viene a clase en moto como otro que viene en un Mercedes? Pues seguramente no. El primero tendrá mucha más personalidad o una personalidad no tan común como la del segundo y seguro que sus clases serán -al menos- más llamativas, atractivas y personales. ¿Debemos renunciar a nuestra música, a nuestra ropa, a nuestras aficiones, a ser quién somos sólo por trabajar en un sitio?

    Ayer entré en una tienda y me probé una chaqueta que sería considerada “correcta” para dar clase en el Reino Unido; y sinceramente: no era yo. ¿Podría dar una clase sin sentirme yo como soy? Posiblemente sí, pero ya no sería mi clase; sería una clase impartida por otro tío. Por cierto, acabé comprándome una hoodie.

    DÁ daPobra

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